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domingo, 10 de julio de 2011

Y entonces, llegó ella.

Y todo lo que había sido antes ya no es. Y descubro estupefacta cómo se puede vivir la felicidad más absoluta en cuestión de segundos. Y estamos tan, tan, tan, bien juntas.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mujer hormonacambiante

Tengo la sensación de estar volviendo a casa después de estar fuera de ella mucho tiempo. Es una mezcla de alegría y nostalgia, es estar dire (los Dire Straits me provocan esto mismo gustándome como me gustan). Mis hormonas son especialistas en crear situaciones siempre novedosas incluso para los que las soportan en silencio, -amos. Estoy asustada, lo confieso. Que todo vaya o salga bien se ha convertido en mi mantra. Me preocupo por dos saludes a la vez. Toda una novedad. Por lo demás, todo bien, sólo me preocupa la mejor vida a la que va a pasar mi tinto, mi adorado tinto, por una temporadita, conste que ni con pena lo digo, todo lo que no sea café con leche y sándwich mixto no baja de mi garganta o, si baja, rápidamente sale expulsado, ay, lo que hay que ver, con lo que yo he sido.


Mis hormonas sí, a todo sí, y a cualquier novedad que se les ocurra también, de momento están simulando situaciones incomprensibles para mi; me hacen pasar frío con tres jerséis puestos cuando soy una estufa andante, tener que dormir con calcetines, cosa que odio, y sola, claro: no hay ser vivo que resista en la misma habitación a los mismos grados. Y luego llorar, que lo lloraba todo, por favor, quiero volver a hacerlo y de momento no voy pudiendo llorar a mis anchas, ahora, en lugar de llorar a moco tendido, como me gusta y desahoga y tranquiliza y mil y más, tengo un nudo aquí dentro que me agarrota el estómago.


Mis hormonas van por libre. Y yo, dire y contenta de siete semanas. Hoy me lo confirmaron unos latidos. Muy, muy, contenta. What it is.



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domingo, 31 de octubre de 2010

Unha máis...



Sé que soy cansina con el tema pero ayer mi hermano mayor me habló del reportaje de la 1, de un país para comérselo sobre las Rías Baixas. Cuando llegué a casa, después de contar cómo me había ido, fue lo primero que busqué, y pude comprobar que todo es real y verdadero como la vida misma, que el vino que viene del mar es absolutamente delicioso porque en una cata pude comprobarlo; que las cigalas, la centolla, los percebes etc, existen y son de este mundo; que la gente habla así, que el mar se viste de azul de este modo, y que personas normales pueden en Bueu disfrutar de la vida con algo tan sencillo como una mañana en paz. En Bueu, aunque sea por un día, uno es feliz. Creo que no es un reportaje apto para nostálgicos irrecuperables: no sólo se congratularán de dónde son, si es que son de aquí, sino que querrán serlo foreverandever cuando igual ya no siempre es posible, o sí, uno es de donde quiere. En épocas en las que la falta de horas para uno mismo brilla por su presencia, pensar en ir a la plaza de Bueu y comprar espécimenes que parecen de anuncio o, comérselos en el R. Igresario de Bueu no sólo alimenta sino que engorda. No insisto más, hay paraísos cercanos, el vídeo es largo y puede parecer estereotipado, pero una vez más he de decir que en las Rías Baixas la gente es así. Siento al que no le pase, pero a mi esto me alimenta por un día. Un lujo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Inventando palabras y cambios.

Punset es Punset y tiene adeptos y odiadores a millones, a mi me gusta mucho su sentido común aplicado al sentido más científico de la vida. Se está celebrando este fin de semana un congreso sobre la felicidad muy interesante. Y ya si este congreso hubiera sido patrocinado por un buen tinto, no por cocacola, me habría ido allí como acólita impenitente del tinto y de la felicidad minutera, que dura los minutos que dura, sin dudarlo.

Parece que reunirse para hablar de la felicidad es algo ñoño, cansino o, a lo peor, lleno de obviedades y buenismo (del que huyo cual gato al agua: no puedo con él). Porque parece también que todos sabemos perfectamente qué nos hace feliz o no y qué es y qué no nuestra felicidad como para hablar sobre el tema durante horas y horas en unas conferencias. Sin embargo, el viernes recibí mi ración de realidad del fin de semana al oir algo tan aparentemente simple como que es muy dificil que lo mismo que te hace infeliz te haga feliz, por tanto, si estás en una situación en la que no lo eres, cámbiala o de otro modo, en esa misma coyuntura, no conseguirás serlo. Y ahí es donde sumergí mis inventos: es cierto?, lo que nos pasa es fruto de la mala suerte? esperar a que cambien la situación determinada y se nos de mejor la faena?. Y dónde está la mano que mece la cuna? Sentarse a esperar?. Son opciones de vida. No me meto hoy en situaciones en las que hay una desgracia por el medio, causa, efecto y dolor o infelicidad exógena que no es ni evitable ni fácil de resolver, no, bastante tengo con encargarme ahora sólo de la felicidad endógena.

Tengo claro, después de dos paseos por la playa de una hora y media cada uno, en dos días consecutivos, íntegramente dedicados a ello, que efectivamente lo que me hace infeliz, si no introduzco algunos cambios, no me va a hacer feliz. Y más aún, para serlo, antes no lo he sido y por eso lo sé. Já. Tienen mucho peligro estos paseos. Ay, cambios, sí, no sé siempre cuáles, cómo y, ciertamente además, a veces, me da pereza. Por supuesto que hay coyunturas en las que la mala suerte viene y se queda a vivir, pero no todo, todo, es fruto del azar. Por supuesto también, hay personas que sólo saben vivir en el caos felicitario más absoluto, no sólo eso, es su modo de vida pasar los días entre quejas y autocompadecimientos. Insisto, una opción más. Hay tristes. Y hay grises. Y por supuesto, los hay vagos incluso para ser feliz; los que tenemos tendencia a las dos cosas, felicidad y pereza, lo sabemos muy bien: soy feliz cuando soy feliz, necesito estar feliz para serlo, pero soy muuuuuuuy vaga para los cambios.
Y así transcurre mi fin de semana. Menos mal que sólo me da por esto durante los paseos y que, por fin, después de mil jornadas gastronómico-festivas concentradas en día y medio, llega el domingo de lacón con grelos como el de hoy, de mantita y chimenea por cierto, el primero de la temporada.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un panal de rica miel.

Yo sé, yo sé, como dicen los venezolanos, sé que todo el mundo tiene un marido bárbaro para las dotes de la casa, que hace de todo, que sabe lo que falta en la nevera, pone lavadoras cada semana, el lavaplatos, yo sé, yo sé. Me adelanto a comentarios redondos y oblongos. Pero yo sé también que no todo el monte es pino, somos pocos e incluso felices, pero a tratamiento. Hay un punto de inflexión en la gente de la década del 70 que por definición, no hacen nada porque no va con ellos. Con los del sesenta o los del ochenta, es distinto, lo hacen todo: lo siento, mi estudio de campo es la información de la que dispongo, ríete tú de estadísticas fiables.


Empecemos con la sesentena. Mi hermano mayor es del 69: hacedetodo; no dicho por él, que no tendría mérito, dicho por su querida exnovia- noviaactual???? y sobre todo por sus frases: por qué las tías os vestís con camisas con volantes que solo dan problemas?, no hay fallo: ha planchado alguna, alguna vez en su vida. Otro especimen estudiado, marido de una de mis mejores amigas del sesenta y nueve también: todo, todito, todo lo hace, piensa, prepara, recoge, sin recomendación, sin necesitarla que es lo meritorio.

Luego, los del cuarenta en adelante. Más díficil es encontrar especímenes que apoyen mi gran teoría en esta decena pero haylos, como mi padre; sorprendentemente hay más que en los teenagers de treinta y muchos. Él es del cuarenta y uno, a ellos, les faltan unos años para acabar de transformarse pero en la unidad objeto de estudio, la compra, la intendencia, los platos del antes y del después le corresponden, de los del medio se desentiende, es verdad, pero si se lo recriminas se ofende o lo que es lo mismo, le duele. Eso jamás le pasaría a un teenager del setenta (!!!!) que básicamente se la refanfinfla.

Y luego están éstos, los estrellas, los sultanes del swing, los del setenta y... que no, que no hay manera, que alguno se pone pero "te ayuda", que no: escápate si estás a tiempo, si no: ríndete, la paz del hogar es más importante; lavadoras? programas? tiempo? ponerla a la hora para que luego si fulanita viene a planchar tengas toda la ropa preparada? me hablas en chino, en mandarín?.

Para mi regocijo y envidia, los del setenta y nueve en adelante: reyes del mambo, cocinan, recogen y dejan la cocina lista, con su trapito de fin de jornal por encima de la encimera, con su guardar bandejas, ay, con todo. Ay, con todo.

Y luego está mi casa, estandar´70 cocinero, que cocina de vicio, y hasta ahí, culinariamente hablando soy bien fácil, claro que pensando en que si algún día tengo un hijo vivirá en otra casa o comerá en otra mesa para no malearse en exceso. Mientras, pienso, hay vida después de las diferencias, afortunadamente. Y gente de los cuarenta haciendo la delicia de sus partners, y de los ochenta haciendo la ola. Pero también de los setenta, alegrándotela.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Encuentros en la tercera fase.

Esta noche, por fin, después de mil años, recibí las disculpas de mi EX, con mayúsculas porque otros haylos pero con huella no. No eran necesarias pero sí reconfortantes. Ni pedidas, ni esperadas, ni ni alguno más que me quede por ahí suelto. El desamor, no encuentro otra palabra más cursi si no la pondría, duele físicamente. Es horrible, desesperante, humillante. Pero, a la vez, cuando uno lo supera se cree el rey del mambo, para sí mismo, no respecto a los demás. Pasé de lo mejor a lo peor, del fango al hundimiento, y del hoyo al mambismo  o la gratitud con tu forma de ser y superar. Estuvimos como tres años con idas y venidas y, finalmente, cuando ya estaba en fasefango, otrA le gustó más y llegó el hundimiento o faseH. Empatizo hasta casi las lágrimas con los que están siendo víctimas de sus garras, del desamor digo, porque juro, rejuro y retequetejuro que sé bien por lo que están pasando. Igual no pasarlo es lo que te ahorras en la vida, pero pasarlo y sobrevolarlo con el tiempo te aporta algo más. O básicamente: sumar. De no ver tu futuro a verlo hay un mundo, y esto hace callo.

Lo ví esta noche, decía, en una especie de pub-barco, no había estado allí en mi vida, y primero, y como siempre, me hice el avión. Pero me crucé y no hubo más remedio, me paró y me abrazó, así sin más. No necesitó decirme casi nada, me miró, relamió mis ya lamidas heridas, y me volvió a abrazar. Ahí lo supe: sintió haberme hecho sufrir tanto; claro que él esto lo supo con los años, intuyo que no sólo con el paso del tiempo, que efectivamente da un barniz de un color bien brillante, sino con lo que él luego sufrió en sus propias entretelas. Me quiso mucho, no lo dudo, pero me dejó de querer antes que yo a él y a mi me costó mucho dejarle de querer tanto.

Vive ahora en la parte oriental del planeta, físicamente me refiero, supongo que mentalmente también, y tiene noviO, sí, hoy da la risa, ciertamente; a quien por cierto me presentó y me pareció él cuando lo conocí: guapísimo, estiloso, educado, bien vestidopeinadoyaseado, con sus maneras, o amaneras, con todas las que él también tenía y yo, que las supe, no oí, y a pesar de las cuales me hizo sentir en su día la más guapa, divertida, inteligente, brillante, sin serlo. No teníamos futuro porque no lo teníamos pero además éramos de imposible unión.

El encuentro en el pub-barco, que por cierto estaba situado en una mezcla entre las ciudades de Amsterdam, Londres, Madrid y mi pueblito, y en el que nos amnistiamos y nos sentimos tan bien sólo con los ojos, lo soñé esta misma noche, lo demás, por suerte y antigua desgracia, no.

domingo, 29 de agosto de 2010

Donde la inspiración te lleve.

Puede ser a cualquier parte. A mi, a recorrer mundo. En general. Ayer cenamos con una inspiración. O mejor dicho, con alguien que nos inspiró un montón de planes latentes. Resulta que hacía mil vidas que no coincidíamos con el amigo de un amigo con el que tuvimos mucha relación en su momento y con el perdimos el contacto pasado el tiempo. Siempre nos unió algo, vino a nuestra boda, por ejemplo, en pos de esas uniones magníficas que la vida te ofrece y que perderlas no supone una gran tristeza, pero encontrarlas de nuevo es una alegría cada vez que ocurren: sigue viajando y conociendo mundo, siguen existiendo puntos de encuentro. Ayer nos volvimos a casa con la sensación de que en algo nos estamos confundiendo. No hay grandes peros en mi día a día (vaya, habría mil si me pongo pejiguera pero hoy no es el caso), efectivamente vivo donde me gusta, con quien quiero, rodeada de los seres vivos que me llenan y, sin embargo, pienso en que no he aprovechado mi vena viajera a fondo. Viajar y/o vivir en otros lugares del mundo. Me falta una experiencia. Las experiencias son como todo: las vive el que quiere vivirlas, pero siempre hay algunas que no vives y te pesan; traducción: no todos queremos las mismas experiencias, y además, de todas las que queremos vivir,  no todas podemos hacerlo o las barreras mentales: esas grandes amigas; traducción de traducción: imposible.
Las cuentas pendientes son un gravísimo error en la vida del humano medio, sean de lo que sean, si son de temas amorosos: mejor huír, abducen; si son de experiencias: vívelas en cuanto puedas o te pasará como a mi, nunca dejas de pensar que te has equivocado.

Me congratulo con los que lo tienen todo controlado, los de lo vivido es lo mejor, no arrepentirse de lo hecho, mmmm, qué más tópicos, a ver, no mirar atrás, haz lo que te de la gana que para eso la vida es una (1 unidad entiéndase)... los felicito, insisto; existen, supongo, pero a los que tenemos nuestra experiencias pendientes, no nos aportan mucho: no arrenpentirse de no haberlas vivido, en ese afán de nunca arrenpentirse de nada, no me parece mejor plan que tener esperanza en que algún día las vivas. No mirar atrás está muy bien si esto lo haces para ver al futuro, no para conformarte con lo que has elegido. Y eso sí, la vida es una unidad, cierto, haz pues lo que puedas, que lo que te de la gana no es posible siempre, ni siquiera siempre es lo mejor. Equilibrio, una vez más, ni todo ni nada. Evidentemente, son recomendaciones propias, o como los verbos reflexivos, para acciones propias. Reinvindico el decir que una se ha equivocado y no por eso es menos feliz, o no puede disfrutar de sus días a días; las equivocaciones son el mejor diagnóstico de nuestro propio conocimiento. De paso, si se corrigen, miel sobre hojuelas: habremos dado con el tratamiento adecuado. Como hoy a modo de planes futuros.
Día de mística flor, ah! haber optado por cerrar el chiringo.

viernes, 27 de agosto de 2010

Trino

Sí, trino porque digo yo que, cuando uno está que trina, el tiempo verbal correcto para referirse al momento en el que está es trino, de yo trino.

Pues eso. Entré en ebullición a las nueve y media de la mañana cuando tuve la primera idea genial del día: ser la primera en el súper y volver en media horita con la compra hecha y toda la mañana por delante, que para eso me había levantado a las siete y media y ya llevaba dos horas en el tajo. Error. Primer error. Salir de mi casa no le cuesta a ningún ser humano de los que habitualmente nos visitan más de dos minutos, lo que se tarda en subirse al coche, darle al mando del portal y salir tan ufano. A ninguno menos a mi: no me abre nunca. Así que cuando ya me estoy disponiendo a bajar del coche para animarla veo que abre, vuelvo a subirme, pero ah! como empezó el ciclo tarde o noséquémierdas se abre solo hasta la mitad, re-vuelvo a bajar del coche y la empujo, y luego cuando creo que no me puede darporculo más, no cierraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah. Calma, me digo, los perros los dejé dentro de casa porque total va a ser solo por media hora, puede quedar a medio abrir. Me voy: tiempo invertido por el común de los usuarios del portalón de mi casa: dos minutos; tiempo invertido por Gafez: diez, repartido en tres actos, queabroqueno, quecierroqueno, que te den.
LLego al súper a las diez menos veinte. Segundo error: el súper no abre hasta las diez, no me llevé ningún papel, libro, bolígrafo... nada, íbamos mi cuerpo, mi tarjeta de crédito, mi carnet de conducir y yo. Con todo lo que tengo que estudiar hoy para que no me quede para mañana, no he traído nada. Dos lágrimas asoman pero ni se atreven a caer por si me las como.

Espero cual maruja reunido, y cuando abren la puerta, la gente se multiplica por mil e incluso corren para coger número en pescadería y charcutería. Bárbaro, mis dos destinos primordiales. A pesar de las zancadillas me hago con los dos: solo tengo diez delante y con cada uno están diez minutos!!!!!!!!!!!!!!!!!! Vuelven a asomar mis lágrimas pero de nuevo se cortan con mi respiración. Cuando me toca, la señora está muy atareada: el rape no me lo abre como le digo, las xoubas me las espachurra, al pulpo le deja los ojos a pesar de mi encarecida petición. Río o lloro, me pregunto. Animalito. Todo ingenuidad.

Llevo hora y media en el súper y aún tengo que pagar y llegar a casa. Cuando lo consigo compruebo feliz que la media hora se ha traducido en dos y que mi ex diminuto ha decidido exorcizar uno de mis cojines depositando toooooooodo su interior por tooooooooodo el salón. Ahora sí, mis lágrimas brotan al viento. Bajo la cuesta con ellas puestas porque me doy cuenta que todavía tengo que ir a cerrar el portalón manualmente con las llaves que cuando salí a primera hora decidí no llevar (enésimo error), más que nada porque, si no la cierro, los perros tendrán que estar dentro y con una víctima basta por hoy. Bien, sigue igual, no cierra. Solución: coger unos retales de verja y, dado que me sobra el tiempo y la paciencia, consigo con unos candados hacer la puertezuela suplente que impedirá que pueda ser peor el día y los atropellen.
He perdido en toda la operación tres horas. Resultado: pelos de punta, ojos rojos, vena hinchada. Y lo peor: pero si iba a ir yo al mediodía......aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah y sí, colgué.
Lo dicho, estoy que trino. Hoy va a ser el día.

Ah, que me olvidaba: fui a una de mis entradas de hace mil o dos vidas porque alguien entró directamente en ella y me sorprendió, y horrorrrrrrrr, tenía una falta de ortografía!!!! no soporto las faltas de ortografía, lo siento, no puedo con ellas; nada más leerlo la ví allí puesta, ¡¡¡¡años allí puesta!!! yo, que cuando entro en un blog y leo alguna falta me piro ipsofacto, intento no irme pero no siempre lo consigo. Era el día para descubrirla: ahora también estoy cabreada conmigo misma.  Por esto y, de paso, por perder el tiempo desahogándome por escrito. Ni clemencia ni perdón: exorcizar, corregida a tiempo, no te digo que hoy es mi día?

viernes, 13 de agosto de 2010

Primer aviso.

Qué es lo primero que te llevarías si tienes riesgo de incendio en tu casa y tienes que abandonarla. Ni idea, es probable y por suerte. Hoy por la noche nos llamaron, oye, que donde vivís, cerca, hay un gran incendio, llamad al 112... mi in-law entró en trance y aún ahora no ha conseguido salir, yo me dije, nopasanadanopasanadanopasanada... así hasta que empecé a ver demasiado rojo a lo lejos. Y entonces lo primero que pensé es: vámonos, pero luego, un minuto después dije, a ver, tranquilidad, piensa, y me dio por pensar en el expediente que te trajiste a casa?, y el otro...? cogí mi maletín y lo llené de lo más inmediato, bueno no, de lo que no puedo recuperar porque contiene documentos originales. Y luego me dije, ¿y vuestras cosas?, sólo necesito pasaporte y mi bolso, fácil porque ahora utilizo una miniatura por comodidad, unas lentillas (las gafas las tenía puestas), y el libro en el que estoy; todo eso por dos, de los dos quiero decir, en su caso sin bolso que no usa pero con su cartera que básicamente es igual de ancha (lo que lleva este hombre ahí! todo menos billetes), y luego, por triste que suene, los dos portátiles con sus respectivos cargadores porque me di cuenta que allí lo teníamos todo, o todo más facilmente recuperable.
Puse en la puerta, listo para salir, el maletín, la cámara, mi bolso y después pensé en poner también una mochila con algo de ropa interior y exterior, digamos un conjunto de cada, pasando por cepillo de dientes. Y mis tapones. Y las pastillas de mi ex diminuto para una pata. Y móviles. Y sí, mi única joya, mi anillo de compromiso. Lo armé todo en dos minutos y en otros dos mi in-law había puesto los coches dirección huida. Una tontería, pero todo eso, me tranquilizó, y me senté a esperar, por supuesto con un tinto, para romper nervios y estrujarlos nada mejor.
Lo vinieron a buscar para que fuera a comprobar de cerca dónde estaba y fue lo mejor que pudo hacer: teníamos la autopista por el medio y el incendio iba en dirección contraria a la nuestra, respiré tranquila y sin desarmar ni un paso pensé en la cantidad de gente que en esa otra dirección probablemente hoy, no dormirían, desde luego, no tranquilos y véte a saber por cuánto tiempo, qué horror.

Asustan los incendios, lo pierdes todo en un minuto, todo lo material, claro, pero es mucho. En ese mismo minuto, te sientes igual de vulnerable que segura te habías sentido hasta ese momento. Empezamos a replantearnos ir a vivir en frente del mar, sólo nos falta una primitiva: total, nada.

lunes, 9 de agosto de 2010

Welcome home, querida



Muchos quebraderos de cabeza, primero el terreno, luego la casa, después el ayuntamiento, mil tocapelotas varios de guarnición para nuestro plato principal o fin residencialmente hablando: vivir cerca de la playa y la montaña a poca distancia de la ciudad donde trabajamos.

Hasta entonces, hemos estado en este piso cinco años más felices que perdices y, por desgracia, soy poco dada a los cambios cuando algo funciona. Lo tengo asumido: una vez sea expiso, no habrá marcha atrás ni farrapos de gaitas. Llevo llorando desde que me levanté, meto en cajas cosas que no sabía ni que existían; compruebo qué mal se conservan los apuntes de derecho romano; recojo indignada unos shorts de cuando no usaba flotadores permanentes: no me cabrían ahora ni en las orejas. Son tres las personas que ha mandado la mudanza y estamos sólos chicho y yo porque mi in-law no está para nadie hasta las ocho. No importa, me he empeñado y empeñado y empeñado en hacer el traslado de uncoñodeunavez: no podemos seguir con una casa a punto de foreverandever; no, cuatro meses con últimos retoques ha acabado con mi ya exigua paciencia. Soy poco dada a los cambios, vale, pero mi señor marido es… ¿existe cero para cambios? pues éso.
Como no hago otra cosa que moquear por las diversas esquinas que cojo a tiro, los señores de la mudanza me miran y luego se miran, se descojonarían sin tapujos pero todavía optan por guardar las formas. Y llegan las tres de la tarde y doy el último portazo al 5ºD, me entran en el momento los siete males todos juntos y sin control pero chicho tira de mi y nos subimos al coche, me lame las últimas que me han caído y me mira: fin de la angustia.

A partir de este momento, comienza una nueva vida con tres fulanos vestidos igual a su puerta. El camión da con unas ramas de uno de los carballos que pretenden cortar, transijo que me dan las uvas. Cuando abro las puertas de la casa de par en par, entramos todos a la vez en pandillita: cuatro personas, un perro, la luz del día, un olor tan puro, oxígeno por kilos, esta brisa, todas las gamas del color verde… y cajas, mil o dos mil cajas; el jefecillo me dice asombrado: señora, que esto no está mal!: qué no pensaría este hombre del sitio al que iba, já. Consiguen milagrosamente meter todo su camión en los armarios/habitaciones y por fin, a las siete se van...Respiro profundamente: es nuestro momento chicho, le digo cerveza en mano, con las piernas colgando del porche y sentados bien pegaos, nos deleitamos los dos con nuestra decisión y nuestra nueva vida.

Es una sensación única la de la primera noche en una nueva casa. Claro que mi partenàire todavía no lo sabe y llega con cara de preocupación: también creyó que su mujer estaba al borde de la muerte natural después de la mañana que le dí; se le pasa cuando ve nuestra cara de felicidad allí plantados cual hortensias. Cenamos por primera vez en este porche con velas chiquititas, este valle decidió darle el toque dejándonos sin luz, y con toda la tranquilidad que había estado buscando, un día como hoy de hace cuatro años. Para ser exactos cuatro años y 22 días.

No está chicho, está este paraíso y 1.482 días a su refugio, no está tan mal después de todo.

Impresiones desde el ecuador.

Estas vacaciones están dando mucho de sí. Por primera vez en años son sólo dieciséis días, no un mes, e igual por eso, estoy disfrutándolas minuto a minuto. No estoy haciendo nada del otro mundo, sólo lo que más me gusta: descansar, pasear, leer buenos libros, gastronomía y pequeñas excursiones. Pero con todo, y hasta su ecuador, lo mejor de estas vacaciones está siendo un par de descubrimientos que me tienen con la boca abierta varias horas al día. Por un lado, el desconocido, y prácticamente único, espacio amplio a la sombra en la finca al que huí despavorida el primer día de las vacaciones arramblando con todos los enseres que encontré a mi paso (tumbonas, mesita), y al que llegué gracias a la canícula brava que aniquiló todas las reservas de agua que mi cuerpo, abundante, es capaz de almacenar y dejó al pobre porche relegado a actividades nocturnas. Todo paz y tranquilidad: pájaros, perros, personas y verde en absoluta armonía.
Y por otro, Tiempo entre costuras, no-ve-lón, de María Dueñas.
El primero de los descubrimientos es difícil de entender: llevo cuatro años viviendo aquí, claro que nunca con un calor tan grande en intensidad y largo en días; el segundo, no: soy lectora de lo que me pongan por delante, estándar o no, con un único requisito para triunfar: me tiene que pellizcar tanto como éste lo ha hecho.

Empecé el día 1 con La casa de los amores imposibles de Cristina López Barrio, me gustó, más que nada me entretuvo y una madrugada que me desperté y no conseguía volver a dormir, me hizo llorar de pena por nada especial. Luego vinieron los años 30- 40 de la modista de tiempo entre costuras, me atrapó de una forma que hacía tiempo no me pasaba, y sentí la felicidad más absoluta tumbada en mi hamaca, a la sombra, con una jarra  de agua bien fría con sus hielos en la mesita baja y devorando hoja a hoja la historia de Sira Quiroga (un sólo pero: concretar el abierto final de algunos personajes, después de pasarme con ellos tantas horas, me lo merecía). Se terminó y me quedé vacía de historia, decidí invertir el orden de los libros que tenía preparados para estas vacaciones y decantarme por uno de detectives/investigadores que había dejado para el final, La niebla y la doncella de Lorenzo Silva,  no quería traicionar a Sira tan pronto; no me equivoqué con la elección: ella todavía está conmigo pero el sargento Bevilacqua se está haciendo su hueco y me estoy divirtiendo con él.

Por cierto, las vacaciones son el mejor invento del mundo.

domingo, 8 de agosto de 2010

Donde todo es.

Un recorrido llenito de nostalgia porque por aquí pasé muuuuuuuuchos días de hace mil veranos, varios veranos seguidos. Ya decirlo más... una más, venga. Se llama Monteferro; es un monte metido en el mar, sí, sí, literalmente, lo recorre casi de cabo a cabo, luego se une a tierra por una cuesta infinita, pero el resto, mar, mar, mar y más mar y pinos, claro, muchos pinos y muchos eucaliptos... mmmmmm el olor se lo lleva uno puesto de aquí: hoy en los platos y las copas, cuando los saqué de la mochila para lavarlos, olían a sus árboles, increíble, soy exagerada en todo menos en olores: más es más.


Tiene varios senderos para hacer rutas, uno de los más bonitos es el que se toma para bajar al faro, un sitio sólo apto para los que se quedan mudos en ambientes azules, merece la pena entrar él y empaparse de agua salada; partiendo del mismo punto, justo antes de la bajada, hay otro que me gusta mucho también que discurre por un camino de grava en dirección a donde hace años hacían prácticas los soldados, todavía están sus garitas, hoy desvencijadas y con todo tipo de pintadas, nobles e innobles; caminando, caminando, se llega a unas mesas de piedra al borde del mar que parecen una broma: esto es gratis? existe? nos pellizcamos varias veces y sí, lo es, y sí, es, a-lu-ci-nan-te, desayunamos con nuestro termo de cafe& zumo & croissant & manteldecuadros... full equip, allí sentaditos en la mesa más cerca del azul intenso, las nueve y pico de la mañana, diez, once, ni un alma, insisto: alucinante.

Las imágenes son de este paseo y de la parte final de la ruta que continuamos bajando el monte después de desayunar, seguimos andando hasta volver a nuestro punto de partida, el último tramo ni lo fotografié porque casas hay en todas partes, digamos que en esto es un lugar común, ahora que, este mar, estas Cíes, este olor, igual... igual, no; en todo caso, otro.

El mar me provocó y volví cantando...

jueves, 29 de julio de 2010

Que no quede ninguna duda

La misma sensación que deja esta canción después de oírla es exactamente la misma que sentirás cuando te vayas de las Rías Baixas en Galicia, a lo mejor tienes la suerte que también la vives cuando llegues a ellas un día cualquiera por el puente de Rande adelante.

Igual no es una tierra apta para almas bullangueras, o mejor dicho, para las sólo bullangueras, porque la alegría no te la da directamente sino a través de lo que ves, oyes, tocas y sientes, comes y bebes. Sonreirás sin querer al ver el mar desde un acantilado donde comprobarás que las lecciones de geografía han dado sus frutos: distingues cabos, bahías, golfos, islas. Te somprenderá la cantidad de matices que tiene la expresión mmmmmm: para comidas, bebidas, paisajes, conversaciones, playas, mar, más mar, atardeceres rojo japonés, las Islas Cíes... todo te hará enmudecer por momentos. Sí, y te sentirás sano saboreando uva albariño en formato líquido; conocerás el sabor real de pescados, te darás cuenta que no todos los animales con forma de araña dan grima cuando saborees una centolla de una de sus rías; y la gente, y su cantarina forma de hablar... Podría prometerlo incluso: las Rías Baixas no te dejarán indiferente. No soy original, no sólo por haberlo dicho antes un millón y medio de veces, sino porque esta canción ha servido de inspiración para promocionar Galicia con un anuncio maravilloso.

Un día viví la morriña literal,la que se siente fuera y te hiela. Estaba al otro lado del atlántico y sonó de repente: dí un respingo y me cayeron dos lagrimones tamaño hoja de carballo. Adoro mi punto de partida, tengo unos grandes puntos de referencia aquí, por cierto no oriundos del lugar pero que para siempre me mantendrán unida a ese pedacito de tierra, por lejos que me vaya o empadronamientos distintos me distancien.

Cierra los ojos, a que apetece? http://www.goear.com/listen/5c2e638/tu-gitana-luar-na-lubre

domingo, 20 de junio de 2010

Hoy tocan básicos

No se me puede pasar decir que hoy, en mi adorada y nunca bien ponderada tarde-noche de los domingos que tantas alegrías me reporta, estuve con Sally Field. Ella me puede, tiene ese poder, me pasa con ella como con Meryl Sreeep. Ví Magnolias de acero en v.o y de nuevo, me conquistó, esta vez en su lengua madre. Había visto esta película hace mil vidas y recordaba lo mucho que me había gustado, después de verla, descubrí nuevamente que ella es la clave. Ayer le decía a Alegría que tenía que ver Cinco Hermanos, no es una serie, no, es un serión y Sally F. tiene parte de culpa, gran parte de responsabilidad, y todo para mi bien.

jueves, 17 de junio de 2010

Unidad de crecimiento.

Lo reconozco: adoro la paz pero nací para crecer con estrés. Igual mi madre trabajó en exceso durante mi embarazo, vaya, el suyo. Igual simplemente soy así. Estas dos semanas he vivido 0 mata 0, no he leído la prensa, más que diez minutos con el café de las seis y cuarto de la mañana, he visitado otras vidas de corrido: comentarios ni uno pude dejar en ninguna de ellas; abandoné mis paseos, correr mis km, todo, hasta el tinto... bueno, salvo dos unidades a modo de minirración el sábado; y después de todo, crecí, sí, y encima estuve bien, de salud mental entiéndase: cundió el pánico en algún momento del fin de semana pero no hubo bajas de consideración. Soy estudiante, lo seré todo mi vida, me chifla estudiar; me gusta esa presión que te lleva a relacionar conceptos, a descifrar textos, memorizar con métodos imposibles que las comisiones del órgano de verificación y acreditación son TRE, de número, y además son de PEIG, cual Chiquito, (Técnica, de Recurso y Evaluadora; de Programación, Enseñanza, Institucional y General); entrar en shock cada dos horas, ay no tengo tiempo, mayday, mayday, nos caemos... hasta todo esto me gusta. Eso sí, hasta que llega la hora D, después ya me vuelve a gustar lo de siempre: recuperar la calma, y pasear como esta tarde por mi otro rincón favorito del planeta a mar abierto, y tomarme la cerveza más fría y rica del mundo en mi porche sin tener n-a-d-a que hacer, e irme a cenar en una hora con mi salud un buen jamón. Sin estrés, sin agobios, hoy ya lo necesito.
A quien pueda interesar: igual también es que soy muy torpe, en los tipo test en concreto y en la vida en general. Crecí en todo menos en resultados: ni ganas de ir a ver mi debacle.

lunes, 24 de mayo de 2010

Y llegó la revolución...




No siempre un clavo quita otro clavo. Simplemente, uno viene después de otro, y así, con esa ley de vida tan natural, una va sobreviviendo a la pena que deja cada uno cuando se va. Pero no estoy triste y sola como le pasaba a fonseca, ni llorosa, no: la revolución dicharachera está en casa y no podía dejar de contarlo.


viernes, 2 de abril de 2010

Para todos los públicos.

Llegamos a Sevilla sobre las once de la mañana. Bien mandaos y dirigidos por Serafín. Somos en principio ocho parejas, luego se sumará algún hijo. Conocemos nada más a dos de ellos, los que nos animaron tanto a venir que no nos pudimos resistir; al irnos a la diez de la noche... será otra cosa. El capillita nos hizo la ruta perfectamente y completa, bien completa: entre paso y paso en las esquinas precisas de la ciudad, no en otras, tiene ya prevista una cervecita bien tirada con su jamón, derbueno por supuesto; en el siguiente unas croquetas de gambas con su fino, ahora a Sierpes, luego la Campana, ni recuerdo, y de fondo... venga mi arma, arriba, izquierda delante, derecha atrá, valiente... El sonido muchas veces son sólo los pasos de los costaleros. Para quedarse impactado, no hace falta nada más; la experiencia lo vale para todos, seas como seas, quien seas, en quien creas.
Es tan emocionante, tan, tan, que creo que quiero estar siempre en Sevilla un viernes santo. Los pelos se me ponen de punta, las lágrimas me saltan de los ojos, me asaltan: no puedo contenerlas. Mi in-law ni entiende nada de dioses ni lo pretende; en general, los demás del grupo tampoco, ni falta que hace, sus creencias se centran en estos momentos en sus finos y cañas con su jamón correspondiente, pero aún así está mudo. Todos lo están. Verdaderamente, aunque sólo sea una vez en la vida, merece la pena.

Hoy hace nada más y nada menos que nueve años de este viernes santo. Nueve. Y todavía hoy, sigo pensando que el año que viene me encontraréis en Sevilla en la madrugá, y veré nuevamente una recogida como la de aquel viernes. Mientras no vaya, seguiré pensando en cuando fui, no es lo mismo, pero me llega... hoy salí mística, mañana vuelvo si?

sábado, 27 de marzo de 2010

Novatos

No quería que se me pasase la primera semana de la primavera sin acordarme de la manera tan típicamente primaveral con que llegó: granizando modo XXL. Precioso verlo caer, preciso: lanzarlo... sin duda, al encargado de tirar pabajo estas auténticas bolas blancas que inundaron mi porche se le fue la mano, igual era su primer día, bien, si me leyera le diría que no se preocupase, disfrutamos, más mi compinche que no sabía si comérselas o directamente rodar sobre ellas.
Tampoco quería que pasase sin decir lo absurdo que encuentro contar aquí mis cosas; tengo cosas que contar, claro, como todo el mundo, pero esto de un blog de nada, ni de risa, ni de cocina, ni de viajes, no doy ideas, ni soluciones... son historias de una persona cualquiera, que vive una vida cualquiera, en un lugar cualquiera, no sé, no me extrañan los pocos lectores y menos aún comentadores. Los entiendo, cada vez soy más selectiva con lo que leo. También con lo que escribo.
La primavera llegó con poco cielo azul, igual es eso.
Claro que ya estaba el día de hoy para arreglarlo y una buenísima comida en el país vecino con unos amigos para rematarlo. Cambiar de idioma por unas horas sienta tan bien. Replantearse cosas, aún mejor. Ya sé qué hago aquí: nada. Qué alivio, chica.

domingo, 21 de marzo de 2010

Retroalimentación

Conozco un lugar maravilloso donde me encontraría cualquiera que quisiera buscarme después de estar perdida un tiempo, está en una esquina del Atlántico, al norte del país, al sur de Galicia; ese sitio es Cabo Home y si alguna vez en la vida alguien quiere sentirse en el paraíso tendría que estar tumbado en su arena fina, blanca, blanca, observando el espectáculo del Atlántico que se abre allí hacia el mundo y tres islas que tiene justo en frente, dos realmente en marea baja, que parece que puedes tocarlas con las manos y que deberían ser declaradas patrimonio de la humanidad, o ser una asignatura obligatoria en los colegios, o, más todavía, nadie debería dejar este mundo sin presenciar una puesta de sol desde su entorno: Las Islas Cíes.

Todos los veranos hacemos una excursión hasta Cabo Home, a las Cíes igual hace un par de años que no voy, y nunca dejan de sorprenderme, ni uno ni otras. Es un espectáculo. Todo lo es. El mar, el agua cristalina, he-la-da... tanto que duelen los pies cuando te metes en ella (y ya si te sumerjes, es probable que no vuelvas a pensar con claridad en unos minutos), relativamente poca gente entre semana... Todo allí merece la pena. Hace mucho tiempo que me rendí. Absolutamente.

Y al volver de la playa, llenitos de salitre, arenas por sitios que ni sabías tenían huecos para que se metieran, esos pelos disparados que te quedan cuando te bañas en el mar, ese olor a playa tan característico... con todo eso, digo, desembarca uno en una terracita en cualquiera de los pueblitos costeros que están en la península que forma la tierra en este lugar paradisíaco del planeta, y te sirven una caña bien tirada, fresquita, y unos pescaditos fritos con pimientos de padrón y entonces es cuando ya lloras, de alegría por supuesto, y no te explicas cómo no se puede detener el tiempo en ese momento haciendo doble clic. Insisto, es un paraíso recomendado en estados carenciales de tranquilidad.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Que la detengan

Llevaba sin correr desde mediados de agosto, lo dejé por exámenes y perezas varias y desde entonces no fui capaz de volver. El problema es que, igual que el pan que hago los fines de semana, estaba doblando mi tamaño y eso es una cosa que me pone de mal humor; no soy una persona delgada y nunca más lo seré, lo fui en mi adolescencia pero era pavo mezclado con hormonas agitado con mal de amores. Ahora y desde hace muchos años convivo perfectamente con un tamaño que he considerado perfecto para seguir comiendo de todo, bebiendo mi vinito y saliendo de cañas si me apetece, sólo tengo que seguir un método infalible: correr. Por eso me puse hace dos semanas, esta es la tercera, a fondo y para mi sorpresa, descubro nuevamente lo que ya sabía: vuelvo a poder meterme de nuevo en mis vaqueros favoritos pero sobre todo, vuelvo a sonreír. Correr me hace feliz, me cuesta la vida sí, pero me hace feliz mental y físicamente.

Evidentemente tenía algún hueco de peso para no ser la alegría de la huerta pero no era esa pena la que me convirtió en un auténtico rollazo, no, estoy convencida de que mi mente necesitaba el ejercicio. Por fín se fue la tía que ocupó mi espacio durante un par de meses, desconocida para mi e insoportable, frágil con la horrible sensación de que todo está en el aire. Lo que no me pasó en la vida. Ni mi sombra. Me decía pero vamos a ver... ¿igual es que antes no era yo y la de ahora sí soy yo? pues vaya mierda; ¿quién es esta tía que está haciéndose pasar por mi? por favor, que la dentengan o que me devuelvan a la de antes, y si ya no voy a volver en espíritu, por lo menos que lo haga con el cuerpo y la cara de Christy Turlington...por variar más que nada.

Pero ya estoy aquiiiiiii. He vuelto.