lunes, 9 de agosto de 2010

Welcome home, querida



Muchos quebraderos de cabeza, primero el terreno, luego la casa, después el ayuntamiento, mil tocapelotas varios de guarnición para nuestro plato principal o fin residencialmente hablando: vivir cerca de la playa y la montaña a poca distancia de la ciudad donde trabajamos.

Hasta entonces, hemos estado en este piso cinco años más felices que perdices y, por desgracia, soy poco dada a los cambios cuando algo funciona. Lo tengo asumido: una vez sea expiso, no habrá marcha atrás ni farrapos de gaitas. Llevo llorando desde que me levanté, meto en cajas cosas que no sabía ni que existían; compruebo qué mal se conservan los apuntes de derecho romano; recojo indignada unos shorts de cuando no usaba flotadores permanentes: no me cabrían ahora ni en las orejas. Son tres las personas que ha mandado la mudanza y estamos sólos chicho y yo porque mi in-law no está para nadie hasta las ocho. No importa, me he empeñado y empeñado y empeñado en hacer el traslado de uncoñodeunavez: no podemos seguir con una casa a punto de foreverandever; no, cuatro meses con últimos retoques ha acabado con mi ya exigua paciencia. Soy poco dada a los cambios, vale, pero mi señor marido es… ¿existe cero para cambios? pues éso.
Como no hago otra cosa que moquear por las diversas esquinas que cojo a tiro, los señores de la mudanza me miran y luego se miran, se descojonarían sin tapujos pero todavía optan por guardar las formas. Y llegan las tres de la tarde y doy el último portazo al 5ºD, me entran en el momento los siete males todos juntos y sin control pero chicho tira de mi y nos subimos al coche, me lame las últimas que me han caído y me mira: fin de la angustia.

A partir de este momento, comienza una nueva vida con tres fulanos vestidos igual a su puerta. El camión da con unas ramas de uno de los carballos que pretenden cortar, transijo que me dan las uvas. Cuando abro las puertas de la casa de par en par, entramos todos a la vez en pandillita: cuatro personas, un perro, la luz del día, un olor tan puro, oxígeno por kilos, esta brisa, todas las gamas del color verde… y cajas, mil o dos mil cajas; el jefecillo me dice asombrado: señora, que esto no está mal!: qué no pensaría este hombre del sitio al que iba, já. Consiguen milagrosamente meter todo su camión en los armarios/habitaciones y por fin, a las siete se van...Respiro profundamente: es nuestro momento chicho, le digo cerveza en mano, con las piernas colgando del porche y sentados bien pegaos, nos deleitamos los dos con nuestra decisión y nuestra nueva vida.

Es una sensación única la de la primera noche en una nueva casa. Claro que mi partenàire todavía no lo sabe y llega con cara de preocupación: también creyó que su mujer estaba al borde de la muerte natural después de la mañana que le dí; se le pasa cuando ve nuestra cara de felicidad allí plantados cual hortensias. Cenamos por primera vez en este porche con velas chiquititas, este valle decidió darle el toque dejándonos sin luz, y con toda la tranquilidad que había estado buscando, un día como hoy de hace cuatro años. Para ser exactos cuatro años y 22 días.

No está chicho, está este paraíso y 1.482 días a su refugio, no está tan mal después de todo.

7 comentarios:

Alegría. dijo...

La primera vez que me tocó una mudanza, pensé que me costaría muchísimo más, el cambio. Hoy tengo asumido, que casi todo lo que hoy forma mi vida diaria, es provisional. Han habido varias. Lo que me desestabiliza por completo, es ver mis cosas desperdigadas sin casi ningún control; que no las cuiden, que estén desordenadas, que no sepa el lugar exacto de cada una, y asumir que por muchos más días de los que se piensan, mi vida va a ser un caos, o casi.
Los recuerdos, lo que era, que ya no es igual, es la vida en sí misma, y eso cuesta un poco más. Una mirada a un lugar, que nos recuerda aquel cuerpo que ya no está, aquella carrera por esos campos, dónde solía pararse a olisquear... Es difícil, lleva su tiempo, y casi nunca se asume del todo... simplemente, se relaja el dolor...
Un beso, suertuda:-)
(No sé si es oportuno mi comentario; llevo un rato pensándolo, pero he decidido que me arriesgo, y le doy a "publicar")

coro dijo...

Siempre lo es. Gracias.

Jajajjaj, por qué me dices suertuda? Por cierto no entiendo nada, y casi me niego a, de símbolos de puntos, dos puntos, paréntesis, etc, te lo digo porque no sé si me mandas una sonrisa o un ok o un adiós muy buenas jajjaja, lo siento, soy incapaz.

Alegría. dijo...

:-) Es una cara que sonríe, vista de lado.
Suertuda, porque vives en un marco que imagino bellísimo, y sabes apreciarlo (aunque el mío también lo es). Porque tienes dos pastores alemanes (sí, podría, pero no). Y por más cosas...
Hoy, me acosté a las tres, y toque de diana, a las 8.

coro dijo...

Pero mereció la pena, te lo ví en tus letras. Mira así visto, la sonrisa de lado, ya parece mejor jajajja.

Miriam dijo...

Es cuestión de organizar un par de cenas, de que se rompan un par de cosas y de tener anécdotas para contar... y ese lugar ya será tuyo.

London dijo...

Cambiarse de casa es una odísea! he tenido mil mudanzas en los últimos 5 años y espero por mi bien que no sean mas!!!

Desde octubre que vivimos en nuestra casa definitiva, la que reune (casi) todas las caracterísitcas que buscábamos y la que me unió al banco en una relación de por vida jajajaja.

Es impresionante las cosas que se guardan en un hogar y que no sabes ni que tienes!!!!

Espero que sean muchos años mas de felicidad en tu adorable hogar, que no tengo el gusto de conocer pero que describes como si fuera uno de los sitios mas maravillosos del mundo.

Besitos!!!!

coro dijo...

Ya es mio Miriam, estoy totalmente rendida a sus pies, igual es que ya me cayeron muchas copas jajajja.
Laia, ya sabes que soy muy exagerada, es una casa normal en un sitio normal, sólo que yo lo pinto a diario, un besazo muñeca!