Rec ∙

Hoy hace un día de grabar. LLamo así a los días que vale la pena grabarse en una cámara y ponérselo cuando uno tenga el día malo. Vale también grabarlo en la memoria. Qué cielo azul, qué temperatura, qué olor a hierba recién cortada, a madera quemándose en las parrillas de las casas de alrededor... fantástico.

Fuimos a la playa bien temprano para poder soltar a los chichos a sus anchas, pero la locura colectiva se instauró por aquí y había bastantes familias en la playa ya a esas horas por lo que no pudimos soltarlos, lógicamente. Cambiamos nuestros planes y nos hicimos un paseo de una horita por el borde de la playa y aledaños que todavía no estaban atestados de personas con ganas de disfrutar de este domingo al sol. Para los chichos no es lo mismo que ir corriendo entre las olas y olisquear pescaditos que llegan a la orilla, correr detrás de gaviotas... pero hoy fue un paseo muy instructivo, les conviene saber caminar de la correa y comportarse ante personas, niños, otros perros que vienen y van a su alrededor. Es difícil, todo les gusta. De premio, los soltamos en un entrante de la costa a modo de mini ría donde se metieron en el agua de mar hasta las orejas, nadaron, corrieron y nos volvimos a casa.

Llegan derrotaos y aunque quieren mantenerse alerta, el sueño les puede y se quedan dormidos incluso estando sentados... Lo cierto es que vuelven relajados y contentos y nosotros más, este porche a esta hora y al final del día, lo convierte todo en fácil, tranquilo... realmente, en estos treinta metros de espacio podría vivir horas y horas y horas y horas.... y con un buen vino entre la manos, como el de ahora... eternamente.