Hay regalos impagables. Ayer recibimos uno a modo de concierto en un marco iniguable: la catedral de Santiago de Compostela. Nos invitaron a oír en su nave central la Sinfonía concertante para violín y viola, K364, y el Motete para soprano y pequeña orquesta, k165, exsultate, jubilate, las dos de Mozart, con Wolfram Christ como director e interpretado por la Camerata del Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid. Además, nos obsequiaron con esta joya Adagio for the strings de S. Barber que me pusieron los pelos de punta. Fue espectacular. Es espectacular este adagio
Santiago estaba preciosa, no hacía mucho calor, llegamos sobre las ocho de la tarde. La catedral, pese a las obras del Pórtico de la Gloria, luce sus mejores galas a esas horas. Y esa plaza del Obradoiro con el sol yéndose, podría estar horas allí plantada observando el conjunto al atardecer, horas, tan impactada como la primera vez lo ví. Y luego, un cocktail-cena en el Parador situado en la misma plaza y luna llena, y... de-li-cio-so. Gracias.
viernes, 25 de junio de 2010
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8 comentarios:
¡Ah, ah, ah! Hoy sí que te tengo envidia. Sólo acierto a suspirar.
Besos envidiosos.
Sólo paso para decirte, que he visto el primer episodio de la serie que me recomendaste y ¡me encanta! ¡Seguiré con ella! ¡Gracias!
Un beso.
Jajajja, Alegría, te engancharás, no saldrás hasta que los veas todos y luego me matarás porque te quedas sin ellos... manténme informada!!!! Un beso y buen fin de semana.
Sabía que entenderías, exactamente, lo que quería decir con las nuevas entradas. ¿Cómo puedes enenderlo tan bien, con tan poco? Imagino.
Un beso y pásalo bien. Espero, estés restablecida por completo.
Muac, Alegría, remuac!!!!!!
No me acordaba, pero me has traído nuevamente a la mente ese blog que me encantó y no lo había añadido a mis favoritos. Mira qué bien me ha venido! Un beso, hoy, dominguero que también son muy buenos.
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