Mi no día ermitaño.

Hoy iba de ermitaña feliz. Me levanté a las ocho y cuarto de la mañana con el beso de mi acompañante yéndose a trabajar y dejándome con el diminuto y compañía buscando planes alternativos a hoyos, piedras, tierra, plásticos, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas varios, y chechechecheesonooooo dicho en todos los idiomas que conozco. Me dicen que es tranquilo, já. Lo cierto es que ahora, visto con horas de distancia, lo es, lo que pasa que también es cachorro y buscar planes está en su vida como en la mía el tinto.

Total, que tenía que dedicarle al estudio unas horas que dejé a deber ayer y eran las diez y media y aún no había leído una línea. Consigo concentrarme pensando en que al no tener a mi acompañante a comer, ni a estar, ni a disfrutar with me, la tarde era mía, sólo para mi, y para mi diminuto y pareja, claro. Y a eso de las doce me llamó mi hermano: oye, que papá sube a tomarse un albariño, te vienes?. Y dudé de medio segundo a uno: un albariño, mi padre, mis súpersobris?, llevo un mes y tres semanas sin verlos a todos, sí, definitivamente, mi vida ermitaña puede esperar a la tarde. Estuve tres horas de-li-cio-sas, me traje un par de lechugas que no son de este mundo... qué tamaño; les he preguntado si se comen o las pongo en un jarrón a modo de centro. Dicen que lo primero. Probaremosssssss.

Iba bajando en el coche pensando: qué como?, grabaré el partido de Nadal para verlo luego juntos? y qué música voy a oír hoy?, bajé el libro de la mesilla de noche?, abriré un blanquito para el aperitivo...por continuar con la misma uva más que nada? y así hasta el infinito; pensando en mi tarde en soledad, me puse hasta nerviosa de las ganas que tenía, y me llamó mi in-law, oye que bajo a comer en una horita, llevo comida, enciende el horno, prepara bandejas... Señor, sí señor. Y así comí en compañía muy divertida, frustró mi plan ermitaño, alegró mi día.

Cuando se fue, me dije, sí, ahora sí, la tarde es mía. Y entonces el diminuto decidió buscar nuevos planes con forma de piedra que se puede tragar y mi plan pasó por recorrer la finca bajo mi sombrero con las mismas onomatopeyas de la mañana más algún que otro joderjoderjoder.

Pero se cansó y me froté nuevamente las manos, abro mi libro, enciendo el aparato de música y oigo a la miñoca ladrar muy enfadada, salgo y está mi vecina, holaquétal y se me hicieron las nueve (las flores que encabezan me las cortó durante nuestra charla). Ay por favor, mi tarde ermitaña, dónde está!!!!!. Me llama mi in-law: llegaré a las once, me esperas?. Colgué y levanté el brazo y dije, sí, mi plan sigue en pie. Y así todo. Lo único que conseguí de ermitaño hoy es no saber dónde dejé el móvil desde ayer y no contestar al teléfono salvo al sargento, pobre, hoy se merece todo. Peeeero ahora... me toca.