Continuamos.

Tres cosas. La primera, mi ex diminuto creció sin avisar. Es absolutamente comestible, de orejas a rabo.

Dos. No puedo seguir escribiendo cada poco. No es que no quiera, es más, en ocasiones lo necesito, pero no tengo tiempo, me dirijo a mi libreta y anoto temasenesperadejuicio. Odio parecer ocupada, estresada, sin tiempo, casi sin vida, pero hoy por hoy, así es. Creí que a estas alturas estaría más relajada y para mi error, sigo igual. Escribo ahora dándole a las teclas con insistencia y erratas y me sorprendo una y mil veces yendo a ver si se ha publicado lo que escribo porque mis prisas no son buenas compañeras para nada en general, para este blog en concreto, que ya ha sufrido en alguna ocasión alguna publicación indebida por tecleo imposible de una conjunción de letras que hace que, de repente, zas, tu entrada esté publicada sin cortapisas, con pensamientos inconclusos o a medio hacer y con vueltas varias de difícil comprensión.
Y de nuevo, miniparón. Claro, sólo es cuestión de tiempo. No sois muchos pero venís y los que sois estaréis, estoy segura... pocos pero valientes, con letras o sin ellas, locales o visitantes.

La primera quincena de agosto me pertenece, también de orejas a rabo; no habrá trabajo ni estudio, no habrá nada más que horas del día toooooooodas enteras, minuto a minuto, con sus segundos, con sus décimas, una a una... ay, que me pongo nerviosa. Será entonces. Hasta entonces.

Y tres. Dejo para que conste en acta mi envidia del mes: dormir a pierna vuelta en cualquier rincón.