Hoy hace cuarenta años que se casaron mis padres y lo vamos a celebrar. Como una victoria y como siempre, en familia.
Mis padres, se llevan más o menos bien, se caen más o menos bien, se divierten juntos unas veces y otras no tanto, se ríen, se entristecen, se protegen más o menos, pero sobre todo, se quieren... sí, se quieren y poder decirlo después de tanto tiempo me llena de orgullo y satisfacción que diría el rey; el premio a toda una vida es su familia y noto que se consideran afortunados por haber logrado que nosotros nos sintamos a gusto dentro de ella. Ha habido muchos momentos buenos y también muchos malos, pero en mi memoria sólo guardo un sentimiento: la sensación de piña. Lo que queda con el paso del tiempo es un amor inquebrantable por su familia, me lo han ido demostrando día a día, con cada hijo, con cada político: tengo una familia maravillosa.
Así pues, felicidades pero por supuesto: gracias.
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